jueves, 25 de junio de 2009

"(...) Nos sometemos a la autoridad porque todos nosotros tenemos esta demanda interna de estar a salvo, este afán de estar seguros. Mientras queramos estar seguros en nuestras posesiones, en nuestro poder, en nuestros pensamientos, debemos tener autoridad, debemos ser seguidores; y en eso reside el germen del mal, pues esto indefectiblemente conduce a la explotación del hombre por el hombre. Aquél que realmente quiera descubrir lo que es la verdad, lo que Dios es, no puede tener autoridad alguna, ya sea del libro, del gobierno, de la imagen, o del sacerdote; debe estar totalmente libre de todo eso.
Esto es muy difícil para la mayoría de nosotros, porque significa estar inseguro, valerse completamente por sí solo, buscar, tantear, no estar nunca satisfecho, nunca perseguir el éxito. Pero si experimentamos en serio con esto, entonces creo que descubriremos que ya no se trata en absoluto de crear o de seguir la autoridad, porque entra en funcionamiento otra cosa, lo cual no es una mera afirmación verbal sino un hecho real. El hombre que incesantemente está cuestionando, que no tiene autoridad, que no sigue ninguna tradición, ningún libro o maestro, se convierte en su propia luz.(...)".

Reflexiones sobre el yo
Jiddu Krishnamurti

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