A ratos siento la melodía
que suena serena junto a la mía,
a veces confusa, difusa,
como la bruma que confunde la vía.
Y miro el firmamento,
cada noche, cada sueño,
entre el incesante parpadeo
de luces y silvidos de viento,
abriendo caminos hacia la nada,
hacia el todo.
Son vivencias ajenas de cualquier juicio,
como olas que chocan en la orilla,
sin esfuerzo,
soy una espectadora del movimiento,
de idas y venidas de caminantes,
con rumbo, o sin ello,
soy una más y ya nada busco,
simplemente, observo.
sábado, 8 de agosto de 2009
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