viernes, 27 de febrero de 2009

primavera

Cuando los rayos del sol no terminan de calentar, durante esa larga época en la que el aliento se asemeja más al humo del cigarro que a la respiración, un soplo de calor humano es la más hermosa hoguera para templar el espíritu y abrigar el cuerpo.
Cuando unos dedos jóvenes y delicados acarician esa piel cansada de tiritar, entre susurros y besos entregados con afecto, es entonces cuando el invierno se convierte en primavera, y todo tu ser desea que ese cálido instante que tanto ansia el alma, dure hasta la eternidad. Sin duda, es mi estación preferida.

2 comentarios:

los indocumentaos dijo...

“…pronto,
pronto llegara el tiempo
en el que las caricias y los besos,
en el que el calor nos llenara de amor
y hará florecer, de nuevo, la vida
en nosotros…”

Mientras tanto…
Besarkada bero bat.

david dijo...

MMMM... eso lo dices porque no tienes alergia al polen como yo.. jajaja

precioso el relato (me identifico con ese cambio de estación, aunque siempre preferí el otoño)

un beso-abrazo desde el centro de la máquina que todo lo arrasa...